Desde
el convencimiento de que nuestro planeta no puede soportar la propagación de
nuestras pautas de consumo depredadoras y ante la irracionalidad de los hábitos
de compra que exhibimos las autodenominadas clases medias de países ricos y
potencias emergentes, la primera opción que se presenta en las conversaciones sobre
alternativas de consumo es el decrecimiento voluntario y razonado de nuestro
consumo de ropa. No se trata de vestir con harapos ni de ir uniformados y
uniformadas por la calle. Se trata de liberarnos de la necesidad de disponer de
armarios tan bien nutridos que nos permitan olvidar pantalones y camisetas
durante meses tras las últimas compras. Se trata de no guiarnos únicamente por
criterios estéticos y por el precio de los artículos con la certeza de que lo
que adquirimos es una pieza de usar y tirar. Pero, por más que reduzcamos el
consumo necesitamos alternativas. Necesitamos negocios o iniciativas
productivas que nos permitan comprar la ropa que usamos sin sentirnos esclavos de
las grandes firmas internacionales de las que nos llegan desalentadoras noticias
sobre impactos ambientales intolerables y explotación de personas trabajadoras.
En
esta publicación se ofrecen claves para huir de las esclavitudes de la
industria de la moda en general, pero, como comprobaréis cuando avancéis en la
lectura, la vertiente más extensa y en la que podemos aportar una información
consistente y útil es la de la explotación laboral.
(Prólogo
“Guía para vestir sin trabajo esclavo”)
No hay comentarios:
Publicar un comentario